Hace unas semanas un programa televisivo de índole científica llamó mi atención. El programa fue una amplia exposición sobre cómo el lenguaje determina la visión que tenemos del mundo y sus relaciones. Y específicamente se centró en cómo el lenguaje determina los procesos perceptuales de los habitantes de occidente y oriente, y cómo éstos nos hacen tener una Intención diferente al momento de Mirar el mundo.
En Oriente, se explicaba en la emisión, el lenguaje se articula a partir de los verbos (en la acción) y por lo tanto en la interacción de los sujetos. La mirada entonces, del mundo oriental, visualiza al universo con base en sus relaciones. En tanto en Occidente, nuestro lenguaje se emite a partir del sujeto (en la subjetivación) y por lo tanto en la individualización. Nuestra mirada, entonces, categoriza todo lo que nos rodea y la exime de su contexto.
En uno de los ejercicios a los que fueron expuestos los participantes, de una investigación, se les solicitó agrupar diferentes cuerpos geométricos que se diferenciaban por su forma y material con el que fueron construidos. El resultado fue el siguiente:
- Occidente categorizó los elementos con base en su forma.
- Oriente los agrupo de acuerdo al material con el que se habían realizado, los vinculó por su naturaleza.
De esta manera, a partir de una serie de estudios de percepción a sujetos de uno y otro lado del orbe, se podía concluir que en oriente no se concibe una acción sin que exista una repercusión y que ningún elemento del universo es en sí y por sí mismo. En tanto en occidente, la identidad existe a partir de la categorización, la pertenecía a un grupo. El sujeto no se asume como afectado de aquello que no repercuta en su grupo o categoría. Hasta aquí lo tratado en el programa.
El sujeto individualiza y al hacerlo extravía con mayor rapidez su conciencia sobre el bienestar común. Michel Foucault refiere que… “Hay dos significados de la palabra sujeto; sujeto a otro por control o dependencia y sujeto constreñido a su propia identidad, a la conciencia y al autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de poder que sojuzga y constituye al sujeto”.
El lenguaje, lo sabemos, es una de las tantas creaciones culturales del hombre; que establece desde su gestación los principios de identidad de la comunidad que le da origen. Es un reflejo de su forma de percibir y relacionarse con el mundo. Y el dialecto, una variedad de la misma lengua.
Hablar, es lo más natural. Lo hacemos todos los días y en pocas ocasiones reparamos en la importancia de las palabras. Damos por sentado que si hablamos la misma lengua y lo hacemos de una manera más o menos correcta, el otro, nuestro oyente, no podría no entendernos.
Mientras veía el programa me fue entusiasmando el plantearme ideas que nunca habían cruzado por mi mente. Recordar que mi “zona de confort”, este dar por sentado que la comunicación se da, es sólo un espejismo. Me retó a volver la mirada sobre mi propio dialecto. A escuchar lo que hablo y aguzar el oído ante quien escucho Y esto, sin duda no es cosa menor. (PM)