Hay días en los que “veo”. Hay otros en los que “miro”. Hay ocasiones en que lo hago por cuenta propia y, otras, a partir de miradas ajenas.
Se ha demostrado que cuando dos personas, dos observadores, se detiene a mirar un mismo “objeto” su experiencia visual es DIFERENTE. Cada uno de ellos elegirá distintos aspectos en los que fijar su atención. De la misma forma, dos observadores que se encuentren presentes ante una misma situación, inclusive desde el mismo lugar de observación, presenciarán de igual forma el “acontecimiento”, pero la interpretación que den de ello, será de modo diferente.
La conclusión es obvia. El que ve no es el ojo sino el sujeto. Un “ser” que mira, observa e interpreta a partir de su conformación cultural, de su escala de valores, de sus creencias, de su socialización con el mundo que le rodea.
Llegar a ser un buen observador de la vida cotidiana, nos impele un ejercicio de discernimiento. Nos implica mirar, observar, descubrir los diferentes tipos de miradas a las que nos enfrentamos cotidianamente y las emociones que esto nos provoca.
En cada ocasión en la que posamos nuestra vista sobre un objeto o situación, nos enfrenta a una elección: Ver o o mirar.
El ver es natural, inmediato, indeterminado, sin intención; el mirar, en cambio, es cultural, determinado, intencional. Con el ver se nace, el mirar se aprende.
Mirar con atención significa concentrar selectivamente la mirada sobre una sensación, hacerla consciente y, como ocurre en toda selección, dejar fuera del foco las “otras” opciones disponibles. Mirar con detención implica tomarse su tiempo para observar. Todo lo contrario de una “ojeada” que es mirar a la ligera.
El “mirador”, dice Fernando Vásquez, degusta, cata, rumia lo que el mirón traga con premura.
Cada observador tiene diferentes perspectivas de lo que observa, por ello sólo es posible tener visiones fragmentadas de la realidad. No hay verdades absolutas sino versiones que se construyen a partir de un particular punto de vista o perspectiva. Y de la confrontación de estas subjetividades, aunque parezca paradójico, surge la objetividad.
Para cultivar otra manera de mirar, de observar el mundo, hay que estar dispuesto a emprender la tarea de re-educar nuestra mirada.
El espacio, el tiempo, la disposición, entre otras condiciones, afectan al estado emocional y físico de las personas, pero también son determinantes el proceso de la imprematura (1) que se le da a la “intención” en la mirada.
¿Miramos cotidianamente o sólo nos limitamos a ver? ¿A partir de qué ojos observamos el mundo?, ¿De la publicidad? ¿De los medios masivos de comunicación? ¿De los determinismos sociales? ¿De la apatía? ¿del miedo? ¿Es nuestra mirada la que construye nuestras experiencias en la vida cotidiana? ¿Somos conscientes de nuestra propia humanidad? ¿A partir de la propia mirada dimensiono mi vida o es a partir de la mirada de los otros que lo hago? ¿Soy consciente de las emociones que me provoca lo que miro?
Charles Dickens, en su novela David Copperfield, se preguntaba ¿seré yo el héroe de mi propia historia o este derecho le estará reservado a otro?
Esta es una pregunta qué poco nos hacemos hoy en día. ¿Hasta qué punto el “otro” condiciona mi forma de mirar?, ¿Hasta qué punto le otorgo yo ese poder?.
El propio conocimiento no es una aceptación meramente pasiva de lo que nos rodea; exige el esfuerzo, el enfrentamiento personal y una toma de posición crítica ante lo que observamos, ante lo que vivimos.
Somos sin duda, una parte vital de este mundo “humano” o “deshumanizado”, según lo miremos. Pero ambos son creación nuestra. Contribuimos diariamente a su formación, activa o pasivamente, eligiendo “ver” o “mirar”.
Para ser un buen observador de nosotros mismos hay que tener conciencia sobre la forma en que miramos, y del “valor” que otorgamos a aquello en lo que detenemos nuestra mirada.
Aquí, en este espacio, buscaremos y compartiremos las diferentes formas de mirar. Tan infinitas como personas hay en el mundo. Porque en el “mirar” o el “ver” construimos nuestro conocimiento, emitimos juicios, y respaldamos nuestra experiencia.